Seguro que muchos de vosotros os habéis topado con alguna persona celíaca a lo largo de vuestras vidas, alguien que alegaba tener muchas dificultades la hora de encontrar qué comer y no solo cuando decide “comer fuera”, si no que para muchos de los afectados resulta especialmente difícil elaborar un menú casero totalmente exento de gluten, esa proteína tan puñetera que está por todas partes y que es abundante en todo aquello que contenga trigo, centeno, espelta o cebada (variedades de cereales habitualmente presentes en muchos productos y preparaciones culinarias de nuestra cultura occidental). Y no solo hablamos de individuos que padecen la enfermedad celíaca en sí sino que cada vez se ven más casos de “sensibilidad al gluten no celíaca” que puede ser diagnosticada cuando somos adultos, lo que hace todavía más complicado el saber qué alimentos debemos eliminar de nuestra alimentación.
Lo más común y lo primero que se te puede venir al cabeza a la hora de hacer la lista de la compra es meter en el saco todos aquellos productos que llevan en su etiqueta el famoso sello de “sin gluten” especialmente los elaborados con harina de trigo, pero déjame decirte que en la mayor parte de los casos, dichos preparados distan de ser una alternativa saludable por estar muy procesados (prácticamente exentos de nutrientes) y que para nada es necesario recurrir a la dichosa “estantería especialita” para conseguir tus fuentes de almidones (hidratos de carbono), si es que se necesitase incluirlos en nuestra dieta por alguna razón, algo que daría para hablar largo y tendido y que no es el objetivo de este artículo.
Existen a día de hoy, están cada vez más al alcance y son conocidas por más personas, muchas alternativas de “materias primas” muy interesantes tanto por su valor nutricional como por su variedad de presentación y facilidad de uso que pueden ser utilizadas de forma habitual por todas las personas que por su condición patológica (no aplicable a sujetos que se dejan influir por las modas y que creen que comer sin gluten es más saludable), tengan que eliminar el gluten de su alimentación.
Y no me refiero a las opciones más conocidas por todos como pueden ser los tubérculos (patata, boniato, …), cereales con Z como el arroz y el maíz, todas las legumbres o semicereales como la quínoa (a esta antes no la conocía casi nadie pero como se puso de moda…) sino que existen opciones de granos como son el teff, el mijo, el amaranto, el trigo sarraceno y el sorgo, disponibles todos ellos en su versión para cocinar, copos para preparación casi instantánea y sus respectivas harinas integrales que se caracterizar por ser muy saciantes a la par de nutritivos y que pueden contribuir enormemente a aumentar la variedad de fuentes de carbohidratos de los que no pueden tomar gluten. Así que te animo a que si estás en esta situación, te aventures un poco y te animes a descubrir nuevos alimentos que pueden caber en cualquiera de tus ingestas y que, aunque algunas de ellas pueden ser algo complicadas de adquirir, hoy en día, gracias a internet tenemos un montón de tiendas online donde de forma cómoda podemos hacer pedidos online que llegan muy fácilmente a nuestras casas y nos facilitan la labor. Aún así, y en pro de estimular el negocio local, te animo a que sugieras a tu tienda cercana habitual que incorpore este tipo de alimentos para que puedas comprarlos allí y que se pueda llegar más fácilmente a un mayor número de consumidores.
Pues no parece tan difícil el comer sin gluten, todo es cuestión de evitar casi todos los ultraprocesados (así nos ahorramos la harina de trigo refinada que está entre sus ingredientes), hacer uso de las opciones ya conocidas y de ponerle un poco de imaginación para elaborar nuevos “platos” que deleiten tu paladar con nuevos sabores y texturas.