Todos los años, por estas fechas, nos abordan las siguientes cuestiones:
… y un largo etc.
Pues bien, podríamos decir que no todo son bueno noticias, aunque si me tuviera que decantar por lo que predomina, diría que quizá son éstas las que se llevan la palma.
Para empezar, es necesario valorar y tener en cuenta que, aunque tu báscula refleje 2, 3, 4 o 5 Kg más que al comienzo del mes de diciembre no todo lo ganado es GRASA ya que el cuerpo humano no gana peso únicamente a expensas de la misma, sino que existen otros compartimentos como masa muscular, agua y/o glucógeno que pueden elevar su valor de forma significativa sin que estemos engordando realmente.
De igual forma que los procesos de pérdida de la masa grasa llevan su tiempo (bastante más de lo que la mayoría de las personas creen), la ganancia tampoco ocurre de la noche a la mañana ya que nuestro organismo tiene un valor de referencia (alterado para lo que le correspondería en algunos casos, aunque este no es el tema a tratar en este momento) en el cual le gusta estar y que salvo que una conducta alimentaria se mantenga de forma prolongada en el tiempo, cualquier “sobreingesta” que se lleve a cabo, traerá consigo la activación de mecanismos compensatorios tales como sensación de empacho o falta de hambre, apetito,… y ganas de moverse (a veces se trata incluso de movimiento involuntario que es casi imperceptible por el sujeto) Justo lo contrario a lo que sentimos cuando comenzamos con una dieta restrictiva para “perder peso” (si tienes hambre constantemente y/o te sientes cansado, estás en el camino incorrecto)
Por lo tanto y respondiendo a la primera cuestión, no tienes que hacer absolutamente NADA, ya que tu cuerpo es muy sabio y él solito se encargará de volver al estado inicial cuando recuperes tus hábitos anteriores (cabe destacar que si tienes sobrepeso u obesidad, no le puedes echar la culpa a las fiestas ya que a esta situación has llegado tras ser perseverante durante mucho tiempo en hábitos de vida inadecuados)
Respecto a los trucos, pues no hay NINGUNO, pese a quien le pese, y digan lo que digan medios y empresas cuya única finalidad es aumentar su facturación, muchas veces a expensas de jugar con la salud de las personas. A veces, es cuestión de informarse bien y aplicar un poco la lógica para darse cuenta de que vivimos rodeados de falsas promesas.
Puede que haya formas de bajar a un ritmo “óptimo” pero, así como cuando nos hacemos una herida, somos conscientes de que el proceso de curación tiene su ritmo y por más que queramos agilizarlo tenemos que tener paciencia, la pérdida de grasa funciona de igual forma.
La buena noticia es que como comentábamos con anterioridad, no todo lo que refleja la báscula es tejido adiposo por lo que no sería de extrañar que, en cuestión de días, una vez finalizadas las celebraciones, recuperásemos nuestro peso inicial con relativa sencillez (por disminución de los depósitos de glucógeno y agua especialmente)
A su vez, tiene relevancia el tener en cuenta que antes los excesos, un cuerpo bien regulado, aumenta considerablemente la producción de hormonas saciantes y promotoras de la quema de grasa lo que nos predispone a ser más eficientes de lo habitual en utilizar este tipo de combustible para la obtención de energía.
Haciendo referencia a los productos, mi consejo es que NO TE GASTES NI UN DURO en ningún suplemento que te prometa resultados a corto plazo ya que pese a que sí producen disminución del peso en un “tiempo corto” suelen llevarse consigo una buena cantidad de masa muscular que es lo último que deberíamos querer perder (no digo que no sean efectivos, sino que tiene más utilidad o son más aconsejables en personas que ya tienen buenos hábitos y que probablemente tienen porcentajes de grasa medio-bajos y cuya reducción se promueve con fines puramente estéticos)
Solo queda hacer mención al tipo de ejercicio a efectuar, pues bien, siendo realistas, lo más conveniente es poner en práctica CUALQUIER actividad física que nos guste y que nos resulte placentera ya que al fin y al cabo lo que realmente importa es la adherencia que tengamos a la práctica habitual. Aunque si tuviera que elegir una disciplina que garantice mejores resultados y mayor efectividad, sin duda me decantaría por “una” que impulse el desarrollo de la fuerza (convenientemente adaptada a cada caso particular) ya que son innumerables las ventajas que ofrece dicha cualidad para la salud desde muchos puntos de vista, entre las cuales está el mantenimiento de un porcentaje de grasa compatible con nuestra biología.