Hoy en día, son muy pocas las personas a la que no les suena (al menos lo han oído de refilón) que las verduras son “sanas” o “buenas” o que “nos ayudan a adelgazar” y por es que los profesionales de la nutrición nos pasamos el día recomendando su consumo a diestro y siniestro. Que pesados somos…verdad?
Pues si y no me cansaré de repetirlo. Es verdad que es cuestión de gustos y que ni todos los tipos de verduras nos gustan a todos ni todo el mundo está dispuesto a tomarlas un par de veces al día que es lo que como mínimo os recomiendo (salvo que os peguéis un atracón, cosa que dudo) aunque también es cierto que para lo que se suele ver en la mayoría de la población (frecuencia de consumo y cantidades muy bajas ), si conseguimos que todo el mundo se meta entre pecho y espalda aunque sea un triste “tomatillo”, no iríamos del todo mal encaminados.
¿Y que tienen/no tienen las verduras para ser tan buenas?
Pues un montón de cosas la verdad, entre las que cabría destacar:
Visto lo visto, parece que va a ser que estos alimentos, que en ocasiones nos parecen tan insignificantes (y no hablo por mi), van a tener algo de importantes y no es por que yo lo diga, sino que es “innumerable” la cantidad de estudios de investigación (si hacemos una breve búsqueda en fuentes fiables) que podemos encontrar que avalan con rotundidad este tipo de afirmaciones.
Y, entonces… ¿qué ocurre para que sea tan difícil incluir verdura en nuestros hábitos alimentarios?
Muchas personas, quizá por falta de motivación para mejorar su salud o bien sea por el desconocimiento de este tipo de cuestiones (puede que aun no se haya difundido con la suficiente eficacia) suelen poner todo tipo de excusas para justificar la no inclusión de verduras en su dieta (entiéndase “dieta” como alimentación habitual), tales como:
A veces porque no se han probado, otras porque no se preparan de la forma más adecuada para el gusto de esa persona o incluso porque estáis tan acostumbrados a los sabores intensos de la comida hiperpalatable (muy habitual en niños y adolescentes) que vuestro paladar o umbral de sabor se ha visto adulterado y no sois capaces de apreciar los sabores “normales” de la comida y disfrutar de sus matices y esencias más básica/os.
SOLUCIÓN: pues además de buscar entre todas las variedades de colores, sabores, olores y texturas para encontrar aquellas verduras que se adapten mejor a nuestros gustos, podemos “hacer un googling” y adentrarnos en el maravilloso mundo de las preparaciones culinarias con verduras, entre las que podemos encontrar por ejemplo algunas “al estilo italiano” como podría ser un variado de éstas gratinado con queso y tomate triturado natural (especialmente aconsejable para seducir a los “infantes” y a los “Veggie Haters”). Además, hemos de tener en cuenta que el cuerpo humano es muy sabio (solo en ocasiones) y que ese tipo de aversiones, en muchas ocasiones heredadas de la infancia donde puede que muchas veces te hayas tenido que enfrentar a un plato abundante de estos “víveres” en el que la originalidad brillaba por su ausencia, desaparezcan con el tiempo ya que a nuestra a salud le vienen muy bien y el comerlas habitualmente hace que nuestras células nos las acaben pidiendo.
Es la excusa más común pero la que menos fundamento tiene. Y volvemos a lo mismo, quizá esto se deba a la falta de conocimiento de la gran cantidad de opciones sencillas, sabrosas y fáciles de preparar (en ocasiones no lleva ni 1 min.) de las que disponemos hoy en día en el mercado, todas ellas muy accesibles y en constante mejora en cuento a distribución y versatilidad.
SOLUCIÓN: puedes optar tanto por las verduras congeladas (llevan más tiempo) en conserva (“de bote”), para preparar al vapor en el microondas (opción ideal ya que conserva todos los nutrientes y nunca lleva más de 5 min de preparación) o las de IV gama (Ej.: ensaladas pre-cortadas y listas para consumo) que están cada vez más presentes en las neveras de los supermercados y que además de ser productos frescos con una vida útil muy mejorada, tienen una preparación inmediata (0 min.) y nos garantizan la toma de una variedad nunca imaginable años atrás de distintas hortalizas. Todas las opciones presentadas son perfectamente válidas desde cualquier punto de vista y una vez que ya conocemos su existencia, solo queda probarlas y quedarnos con las que se adapten mejor a nuestros gustos y estilo de vida.
Esta excusa me la acabo de inventar porque, en general, las verduras están tiradas de precio, simplemente hemos de buscar bien y elegir aquellas que se adapten mejor a nuestros bolsillos y creo que nadie puede defender que pagar 0,89€ por 400g de verdura cocinada y casi lista para consumir es un coste elevado.
SOLUCIÓN: disminuye el número de “cañitas” y “pitillitos” que te ventilas cada semana, además de la frecuencia con la que “comes fuera” alimentos de dudosa procedencia o compra menos “productos” de esos que salen en la tele y que llevan el coste añadido de la publicidad y verás como salen las cuentas.
Una vez más, os animo a que dejéis vuestros comentarios, aceptando todo tipo de opiniones y especialmente aquellas que puedan generar discusión y me despido hasta el próximo “post”.